En una reciente visita a la República Dominicana, la ensayista Ruth Félix conversó con el crítico y poeta Plinio Chahín sobre el panorama de la crítica de arte en nuestro país. Entérate en esta entrevista cómo Plinio Chahín valora el desarrollo de las artes visuales y cuáles son sus atributos e indigencias. 

¿Cuándo se inicia la crítica de arte en la República Dominicana?

Debemos remontarnos a las primeras críticas publicadas en diferentes medios por Rafael Díaz Niese, quien fue de los primeros en crear una especie de corpus teórico en torno al desarrollo de las artes visuales en República Dominicana, así mismo habría que agregar el nombre de Pedro René Contín Aybar, quien de alguna manera contribuyó, con sus críticas, a crear ese imaginario, al igual que el español Manuel Valldeperes, cuyos artículos de prensa fueron muy importantes a mediados del siglo  pasado. Así mismo tenemos que mencionar a Emilio Rodríguez Demorizi quien con sus libros sobre pintura y escultura en Santo Domingo, su libro sobre arquitectura y sobre la época colonial fue uno de los pioneros de la crítica de arte en nuestro país.

¿Cuál ha sido el papel de la crítica en el arte dominicano?

La crítica en República Dominicana ha sido determinante porque ha organizado y documentado, el desarrollo histórico de la evolución del arte en nuestro país, su progresión imaginaria y su devenir a través del tiempo. La esterilidad congénita de la crítica dominicana, hueso duro de roer por el temor ancestral que se experimenta en la presencia del vacío, ha sido escamoteada de diversas maneras. Quiero referirme a dos extremos de esta labor que intenta disfrazar la nulidad de la crítica dominicana, y que, de algún modo, pueden constituirse  en riesgosas mistificaciones de su función. Me referiré primero a los románticos, y en seguida abordaré, en el otro extremo del arco, una tendencia de la crítica de nuestro tiempo a constituirse ella misma en metáfora y en criterio absoluto de valor.

¿Cómo convertir a la crítica en un absoluto? ¿Cómo contagiarla de la admirable “poeisis”, y hacerla entrar en el orden de la creación, no de forma supletoria, sino por derecho propio? Los románticos alemanes encontraron la fórmula. Hicieron de la crítica una hermana gemela de la obra de arte. Si ya Novalis había dicho “que la mismidad es el fundamento de todo conocimiento”, Schlegel podrá sostener, de manera tajante: “La obra debe ser criticada solo por la poesía”. Un juicio artístico que no es el mismo de una obra de arte, como exposición de la necesaria impresión de su devenir, no tiene ningún derecho de ciudadanía en el reino del arte. Así, la crítica deviene en forma de creación.

Un recorrido, arbitrario y lo que se quiera, sobre una muestra de la crítica dominicana, reciente y no tan reciente, pone en evidencia los múltiples préstamos a los que ésta recurre para cumplir con su función. ¿Cómo califica? ¿Qué adjetivos emplea? Una radiografía de estos pasajes nos indica que la crítica dominicana no puede prescindir de un léxico que ella no ha creado y que ha de tomar de préstamo a otros campos del saber.

¿Juega el crítico algún rol en el quehacer y divulgación del arte?

Sí, juega un papel fundamental, el de destacar las principales cualidades y atributos de la obra de arte, velando por su posible permanencia en un plano que vaya más allá de una mera finalidad utilitaria o mercantil, de tal manera que el público se sienta atraído hacia ese espacio simbólico, plástico, estético, para que así se conozcan y se divulguen las artes plásticas en nuestro país. Esa es la labor del crítico: situar, valorar, evaluar las obras de artes y acercarla al público en general.

Adviértase el vuelo de esta definición. La crítica no solo aparece aquí  como poética en sí misma; además, en ciertas ocasiones, esta “poiesis critica” se torna superior al objeto que se supone le dio origen. De condicionada, aunque no se lo diga aquí con todas sus palabras, la critica pasa a ser condicionante, o, cuando menos, autónoma. Supera a su objeto, va más allá de él; se convierte en otra cosa verdaderamente imprescindible.

¿Puede ser la crítica parcial o imparcial?

La crítica siempre es parcial, apasionada y tiene sus instrumentos de análisis, tiene su espacio, su instancia de saber y por eso la crítica tiene diversas expresiones a la hora de analizar una obra de arte, se puede inclinar por un contenido poético, psicológico, filosófico, sociológico, etc. Pero yo creo que la crítica de mayor valencia es la que se sitúa en la obra misma y trata, desde los mismos elementos que constituyen la obra, de valorarla, situarla, sin instrumentalizar el aparato critico que se utiliza, no debemos inventar métodos antes de analizar la obra, la obra misma nos sugiere hacia donde va su valoración.

El crítico de arte puede -sobre todo en el mercado capitalista- promover, obviar, hacer que una obra, o un artista, sobresalga por encima de otro, sobre todo cuando se trata de mercado; pero la obra de arte, a pesar de todo, termina imponiéndose por sus cualidades, por su valor intrínseco, sin importar el juicio del crítico.

Ahora bien, la crítica puede influir en la valoración de una obra de arte, sin embargo, el artista tiene sus propios instrumentos para valorar su obra. No olvidemos que todo gran artista lleva un crítico dentro, como ha dicho Paul Valéry. Podemos referirnos a grandes maestros: Picasso en su momento no fue valorado, y Van Gogh nunca vendió una obra de arte, por citar solo algunos casos.

No siempre la intención de la crítica es positiva, ahora, yo pienso que la crítica debe ser un ejercicio sensible del saber en torno a una obra de arte. La crítica destructiva, la critica que no refleje el buen manejo, no debería ser puesta en escena, no debería de ejercerse. Toda crítica debe ser un ejercicio de buena conversación, de edificación, sobre la obra que se critica.

El artista debe ser libre, soberano, no debe sujetar su creación, su inclinación, hacia determinadas tendencias, hacia determinada obra, no debe instrumentalizarla, debe ser libre totalmente. No debe llevarse de la crítica. El crítico solo existe porque la obra existe , sin ella el crítico no existiría. Así que el artista debe responder a su necesidad íntima y personal, a su necesidad espiritual.

¿A cuáles fuentes debe dirigirse un apasionado de la crítica, para saber de arte dominicano?

Para la crítica de arte en la  República Dominicana están las publicaciones de Rafael Díaz Niese, Pedro Contín Aybar, Emilio Rodríguez Demorizi  “España y los comienzos de la Pintura y la Escultura en América” del año 1966, “Pintura y escultura en Santo Domingo” del año 1972;  Manuel Valldeperes, “Obra crítica en el periódico El Caribe 1962-1969”;  Jeannette Miller y María Ugarte, “Arte Dominicano, Pintura, Dibujo, Gráfica y Mural, 1844-2000”;  Danilo de los Santos, “Memoria de la Pintura Dominicana”, en 8 tomos; Cándido Gerón, “Enciclopedia de las Artes Plásticas Dominicanas”, 1844-2003; Marianne de Tolentino, Mirna Guerrero, Amable López Meléndez, Odalís G. Pérez, Laura Gil,  entre muchos otros.

¿Qué rol juega la Asociación de Críticos de Arte en este contexto?

La Asociación de Críticos en República Dominicana, debería desempeñar  un papel importante en la difusión y promoción del ejercicio artístico nacional, a través de la investigación y de la creación de un espacio de discusión de ideas y proyectos en torno al arte nacional

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